Podridas horas,
podrido día,
dan gracias las necias ansias de ser un ganador
de quemar las manos de ídolos nefastos
y la materia infectada viaja por senderos infantiles
guerreando con la vorágine de culpas insatisfechas
de momentos de niebla
podrido día
con escasos atisbos de humanidad
hombre perdido
se elaboran sendas grietas
escaras de humanización
/quemo el momento/
camino en la cornisa
jugando con los polos
/bestia y hombre/
perdí el juego
caigo sobre espinas de intensa satisfacción,
el tic-tac de años, perder el tiempo regando flores
y en suma, estridentes voces de mudos aparatos
sofocando la estadía en las espinas de la satisfacción
susurrándole a la calle que hace tiempo perdí la batalla
en compañía de perros vagos
consumo salvajemente el hedor de la carne podrida
la materia infectadas
ya no juego con los polos
no estoy en ningún lado
humanizadas bestias
contraen nupcias con las patéticas mañanas de verano
y a priori coronan el día con una sonrisa repulsiva
días venturosos
/jamás podridos para los hombres/.
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