sábado, 10 de diciembre de 2011

Para Gabriela

Ratifico una vez más que la piel se te cae por tiras

no esperes la pregunta oportuna, de todos modos

ya no tengo mis manos maquilladas,

es el justo precio que debe pagarse,

los atardeceres azul eléctrico con su jadeo inconmensurable

se desvisten junto contigo, y tu desnudez transparente

vuelve hilarante mi frente bajo la niebla.

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Y tu ir y venir, los muchos “no” y los pocos “si”

hacen las batallas agotadoras pero agradables

se abren ventanas y entran los rayitos de sol

pregonando cosas inentendibles /cosas que solo tú entiendes/.

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Y voy con un salvajismo ya conocido

hirviendo es espuma blanca,

a merced de las palomas grises

voy murmurándole a los grandes rascacielos

lo incandescente de tu sosiego

tus huesos, tus huesos

y que vas con el frenesí propio de las princesas fugitivas.

-

Está claro entonces que nunca se confundirán

la niebla verde con tu pelo oscuro.